Para empezar a entrenar un equipo hay que tener claras las siguientes preguntas base:
¿Que quiero?
Un modelo de juego. Es decir una forma de jugar que marque la identidad del equipo y teniendo en cuenta que hay que elegir el modelo adecuado a las características de los jugadores que tengo.
¿Como lo consigo?
Con una metodología de entrenamiento.
¿Como desarrolló la metodología?
Al usar un modelo de juego se van a repetir, tanto en ataque como en defensa, situaciones muy parecidas entre ellas frecuentemente. Hay que dar al jugador soluciones para estas situaciones y repetirlas las veces suficientes como para que el jugador no dude en lo que tiene que hacer en cada momento.
Para ello, con evoluciones primero y después con simulación de situaciones reales, durante el entrenamiento se intenta crear esas situaciones que se van a repetir en el partido. ¿Como sacamos el balón? ¿Por donde atacamos? En esta jugada, si perdemos el balón, como tenemos que defender ¿Quien y en qué zona?
Durante la competición podremos ir viendo mediante el análisis de los partidos donde fallamos más y qué situaciones nos crean más peligro para luego adaptar los entrenamientos con el objetivo de evitar esos fallos y situaciones de peligro.
Es importante definir el modelo de juego lo antes posible para poder así durante la temporada corregirlo y que los jugadores lo asimilen lo antes posible.
No tener un modelo de juego definido va a provocar que en los partidos se produzcan demasiadas situaciones que el equipo no tendrá asimiladas ni automatizadas. Esto va a provocar que el juego de conjunto sea prácticamente imposible porque los jugadores dudarán qué hacer, a donde moverse… creando así muchas acciones individuales y por tanto multitud de pérdidas de balón.
Evidentemente para aplicar un modelo de juego es básico que todos los jugadores asistan a los entrenamientos pues sino es imposible que asimilen el juego de conjunto.
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